Gipuzkoa, un sentido compartido

Analizar el grado de desarrollo de una sociedad exige, además de valorar su capacidad de crear riqueza, tener en cuenta factores como la equidad a la hora de repartir dicha riqueza, la calidad de los servicios públicos ofrecidos y el grado de satisfacción vital de la ciudadanía. Poner el foco en el bienestar de las personas y en su felicidad, al fin y al cabo. No se trata solamente de crecer, sino de que el crecimiento redunde en una mayor calidad de vida del conjunto de la ciudadanía. Si, partiendo de esta reflexión, fijamos la mirada en Gipuzkoa, la satisfacción con la vida de las y los guipuzcoanos se sitúa en un 7,5 en su última medición (Eustat, 2022), cifra que coincide con la media de la CAV. En comparación con Europa, nos situamos a la par que Dinamarca y Eslovenia, y ligeramente por detrás de Noruega, Países Bajos, Bélgica, Finlandia, Polonia, Rumanía, Austria y Suiza –líder del ránking con un 8–. En la misma línea, el Índice de Desarrollo Humano (Eustat, 2021) sitúa a la sociedad vasca entre las más desarrolladas del planeta, a la altura de Canadá y sólo por detrás de países como Suiza o Noruega, entre otros.

Estas cifras son el reflejo de las notables cotas de bienestar que, pese a las abruptas crisis vividas, hemos alcanzado en Gipuzkoa y en nuestro país, gracias al dinamismo de nuestra economía y el impulso solidario de nuestra sociedad. Gracias a nuestro autogobierno y a la apuesta decidida de las instituciones vascas en favor de una economía innovadora y competitiva, así como de unas políticas sociales que son referencia en Europa. El momento histórico actual nos exige, sin embargo, avanzar un paso más. Porque, a pesar de los datos positivos, constatamos que, desde 2020, se han incrementado los desafíos sociales emergentes –soledad no deseada, salud mental, adicciones, relevo generacional y falta de talento, cronificación de las situaciones de exclusión…–. Realidades, que impactan en la situación vital de muchas personas. Por ello, la Diputación ha establecido como principal prioridad en su Plan Estratégico 2024-2027 la protección y el fortalecimiento del bienestar integral de todas las personas.

Bienestar integral es tener un trabajo de calidad, garantizar el acceso a una vivienda digna, cuidados de calidad y protección social personalizados. Es conciliar trabajo y vida personal, gozar de oportunidades para vivir y trabajar en igualdad, un envejecimiento activo y saludable, contar con un entorno verde y sostenible, acceso a una alimentación sana… y también es bienestar emocional y mental. En esta nueva etapa que abrimos en la Diputación, podemos y debemos ponernos como meta ser uno de los territorios con los índices de bienestar más elevados de Europa.

Todo ello exige seguir avanzando como economía innovadora y competitiva, creadora de oportunidades, que proteja y dé cauce a los proyectos empresariales en todas sus etapas, que luche contra las desigualdades sociales; seguir desarrollando el carácter comunitario y democrático de Gipuzkoa; y seguir dando pasos para convertirnos en un territorio cada vez más sostenible, verde y equilibrado. Sin olvidar la transformación hacia una Gipuzkoa en la que la diversidad, la igualdad de mujeres y de hombres, así como la igualdad lingüística, sean valores cada vez más presentes en nuestro día a día.

No empezamos de cero. En el marco del programa Etorkizuna Eraikiz, hemos experimentado con decenas de proyectos piloto que, desde la colaboración entre las instituciones y las entidades sociales y económicas, han traído avances en la transformación social, tecnológica y medio ambiental de Gipuzkoa. Esta semana hemos conocido los resultados de la evaluación de una de estas iniciativas pioneras, el ecosistema local de cuidados Pasaia Zaintza HerriLab, que está logrado retrasar la edad de ingreso en las residencias de los mayores de 80 años y generar cambios positivos tanto en las personas usuarias como en las y los familiares encargados de su cuidado. Ahora, es el momento de extender al territorio todas estas iniciativas exitosas para responder a las grandes transformaciones de nuestra época. Y es el momento, además, de hacerlo ahondando en la colaboración entre el conjunto de la ciudadanía y las instituciones públicas, seña de identidad de nuestro territorio.

El ejercicio de la responsabilidad pública, a su vez, nos debe llevar a reforzar ese sentido de comunidad que siempre ha caracterizado Gipuzkoa, al igual que el conjunto de Euskadi. Un sentido de comunidad que nos blinde democráticamente frente al individualismo, la xenofobia y el populismo, y que, al fortalecerse, refuerce a su vez a nuestras asociaciones, empresas, entidades… a la sociedad guipuzcoana, en general.

Una sociedad no puede avanzar hacia el bienestar pleno si no es en comunidad, estableciendo lazos de afecto, confianza y colaboración entre las personas, dotando de sentido a las cosas que hacemos, a los proyectos que decidamos poner en marcha conjuntamente. Se trata de fortalecer Gipuzkoa como comunidad responsable, igualitaria, equilibrada y justa, con una economía competitiva, innovadora y sostenible que cuida del bienestar integral de todas las personas y genera oportunidades para el desarrollo de proyectos con futuro, plenos y con sentido.