La igualdad que merecemos.
El lunes pasado tuve la suerte de conversar en un café con un grupo de nueve mujeres -¡gracias de todo corazón, chicas!- sobre lo que significa igualdad. Sobre experiencias reales en torno a esta idea, vivencias muchas veces dolorosas, a veces llenas de pequeñas conquistas cotidianas, siempre llenas de historias de superación.
La igualdad real es dejar de sentir la presión de nuestro entorno para que seamos madres; es posible decidir libremente sobre la maternidad, con o sin pareja, que encaja todas las piezas y puede llegar a final de mes; la igualdad real es que nuestras parejas y nuestros hermanos sean responsables y piensen realmente en las tareas del hogar, en el cuidado de nuestros hijos, de nuestros padres y madres; es que en el trabajo no te toman menos en serio si eres mujer, joven, te cicales, o por todo lo contrario; Yo que en las entrevistas te pregunto a ti y sólo a ti, no a tus compañeros, cómo lo haces para llegar a todos, cuando a mí me es posible, el intento de abarcar tantas cosas nos corresponde sólo a nosotros. La igualdad real es que, vengas de donde vengas, tu trabajo sea valorado con el mismo salario que el de tus compañeros. La igualdad real es que podamos vivir, trabajar y disfrutar libres de la violencia machista, sentirnos seguros en nuestras calles y en nuestros barrios, en nuestras casas.
La igualdad real es que las mujeres conquistemos más espacios en todos los ámbitos de la sociedad, en nuestra vida y en nuestro trabajo. Esos espacios de poder e influencia a los que nos resulta mucho más difícil acceder, por más que tengamos preparación y mérito, por más que representemos a la mitad de la población.
La igualdad real es que nos sintamos empoderados, nunca impostores, soy yo quien nos hace sentir culpables, y solo nosotros, por avanzar, optar y resignar.
La igualdad real es que todos expresemos nuestras emociones sin sentirnos juzgados, aceptando la vulnerabilidad puntual o incluso permanente como premisa indispensable para tomar conciencia y avanzar. ¿Por qué a los hombres les cuesta mucho más hacerlo? Sería emocionalmente más sano y más equilibrado para la sociedad.
La igualdad real no es renunciar a cuidarnos, a aprender, a los abrazos, a la risa sanadora, a la conexión inmediata entre mujeres desconocidas, a tomar vino con una amiga, a disfrutar del trabajo, de la familia, sea del tipo que sea, y de nuestros amigos; La verdadera igualdad es no renunciar a nuestras emociones y mostrarlas, ser cariñosos o fríos cuando falta…
La igualdad real es compartir todos estos espacios.
Probablemente cada uno de nosotros lo expresará de una manera. Hoy, un año más, desde esa diversidad reivindicaremos la igualdad real que merecemos como mujeres y como sociedad, para que, a partir de mañana, sigamos trabajando aún más duro. Hoy me vestí con la chaqueta morada más bonita que he visto en mi vida, me pinté los ojos, abracé a mi pequeño hijo dándonos energía para todo el día y me puse a trabajar para dar lo mejor de mí, con una ilusión que tanto esfuerzo merece el dolor y que no estemos solos, que nos apoyemos entre todos.